He estado agradecido por la vida últimamente, no sin sentir la tristeza devastadora que me causó la muerte de Julio Calvo Drago. Esa noche leí el poema en voz alta, sabiendo que no lo terminaría sin quebrarme: elegía de adolescente rockero post-techno-alternative-grunge ante la muerte de su ídolo... es decir, su hermano mayor. Este fue uno de tantos textos épicos incluidos en el libro El retorno del cangrejo, parte cuatro.
El año pasado le leí en voz alta a A.L. su novela La chica que mandaba a los hombres por un tubo, un libro maravilloso, ochentero y didáctico. No voy a ahondar en los pocos recuerdos que conservo de Julio (la mayoría coincidieron en un ya desaparecido periódico guatemalteco, en el que ambos trabajamos hace un tiempo). Sin embargo, agradezco la posibilidad de haberme acercado a parte de su obra, y lamento no haberle preguntado:
¿Qué fue de su sitio web (diseñado por él mismo)? ¿Dónde más podrían encontrarse sus obras digitales?
Incluyo aquí esta entrevista que le hicieron, la cual no me animo a ver todavía ( por the sadness):
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